El pasado viernes se estrenó en nuestro país "El viento se levanta" (aka "Kaze Tachinu"), quizás la última producción de Hayao Miyazaki con Studio Ghibli y posiblemente, junto con "La tumba de las luciérnagas", una de las más melancólicas, atrevidas y poco infantiles.
Esta película representa la dramatización de la vida de Jiro Horikoshi, el ingeniero diseñador de los míticos cazas Zero japoneses de la II Guerra Mundial. Como diseñador de estas maquinas de matar, uno espera que Miyazaki aborde la responsabilidad de Horikoshi, la sensación de culpa del ingeniero por el futuro de muertes que traerá su creación. Sin embargo, el maestro nos sorprende con una historia en la que el personaje sufre por un sueño, con un amor desesperado y con sangre y dolor de por medio.

El viento se levanta está repleta de sufrimiento y de dolor (resultan espectaculares y desgarradoras las imágenes del gran terremoto de Kantō), de dolor personal de Horikoshi, quizás en un intento de preservar la memoria que supuso el holocausto que representó la última gran guerra. Pero no todo es dolor y tristeza, Miyazaki consigue exponer en este film el intrínseco afán de superación de la humanidad, capaz de conseguir todo aquello que se proponga aunque a veces sea a cuenta de un alto precio, nos invita a volar, a perseguir nuestros sueños sin ponerlos en duda en ningún momento.

El viento se levanta es una auténtica joya de la animación, a la altura de cualquier otra gran película producida anteriormente y que podríamos considerar como dos películas en una. Me explico, Miyazaki ha conseguido fusionar dos partes claramente diferenciadas (especialmente en la parte visual); por un lado los fragmentos que narran los sueños de Horikoshi por conseguir la libertad que supone volar, y por otro lado la cruda realidad donde expresa toda lucha por conseguir construir ese avión. Ambas partes pueden diferenciarse claramente durante el metraje: la parte más onírica suele tener como escenarios campos y cielos azules repletos de nubes de algodón, mientras que la parte real suele estar narrada en tonos ocres y atmósferas realmente densas.

A destacar las espectaculares escenas aéreas, un clásico en la filmografía de Miyazaki (desde Porco Rosso, hasta el dragon de Chihiro) y que en El viento se levanta son más poéticas y bellas que nunca.

No se si finalmente Miyazaki se retirará, pero si no continua, habrá conseguido dejar Studio Ghibli con un testamento cinematográfico que resume lo mejor de su estilo y habiendo conseguido su película más adulta.

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Larga y Prospera Vida
Fuente e imágenes: Web oficial "El viento se levanta"

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