O "como Tolkien debe de estar retorciéndose en su tumba" también sería un título apropiado para esta segunda parte de El Hobbit.
Que nadie me malinterprete, son casi tres horas de metraje que no se me hicieron pesadas. La película es entretenida, visualmente increíble y con algunas escenas propias de las grandes producciones del séptimo arte; perfecta para pasar una tarde de invierno en el cine sin ningún otro tipo de pretensiones, pero lo cierto es que el termino "basada en el Hobbit" no es para nada aplicable a este título.
Peter Jackson y su equipo de guionistas (entre los que aparecen Guillermo del Toro) han recreado una historia totalmente nueva para lograr que un libro se adapte a una trilogía cinematográfica y consiga llenar nueve horas a cambio de sacrificar una buena precuela de "El Señor de los Anillos".

Esta vez Bilbo prosigue su viaje junto a Gandalf y los enanos liderados por Thorin con el objetivo de reconquistar el viejo reino de Erebor. Por el camino y para evitar esta tarea y no dejar que Thorin se convierta en el nuevo "rey bajo la montaña" hallaremos a los habituales amigos y enemigos de la Tierra Media: Orcos, Elfos silvanos hiperactivos y un terrible dragón, Smaug, que se convertirá prácticamente en el único punto atractivo de la película. Como historia paralela o de fondo, descubriremos la gestación de un oscuro poder y de los acontecimientos previos a la historia narrada en "El Señor de los Anillos".

Si la primera película de El Hobbit ya daba indicios del camino elegido por los guionistas, esta segunda parte sobrepasa el destrozo literario. Se toma la idea básica de cada uno de los capítulos del libro, se le añaden unos cuantos orcos, se aderezan con elfos silvanos del bosque oscuro y se consigue el objetivo deseado: obtener una "película elástica" que se alargará todo lo que el director necesite. No entiendo porque oscuro motivo aparecen Legolas y Tauriel (una elfa silvana), ni porqué los orcos atacan el reino élfico del bosque, ni tan solo que hace Bardo recogiendo a los enanos de los toneles y llevándolos a la ciudad del lago. Debo repasar mi lectura del libro, pero que yo recuerde no hay nada de esto escrito, y aunque es cierto que una bella elfa luchando en plan ninja o un Legolas de preciosos ojos azules atraen a todo tipo de público, pienso que tan solo consiguen malograr una historia genial y romper el hechizo del libro de Tolkien.

Peter Jackson ha conseguido hacer una película poco épica, con diálogos poco profundos y personajes aparentes, con escenas que algunos momentos rozan lo absurdo; diría que su único objetivo era logar un cuento de aventuras para toda la familia, una transición entre el principio del viaje y un final que, a poco que lo intente, superará con creces a esta entrega.
En definitiva, una buena película para pasar el rato sin más pretensiones, un producto apetecible pero poco ajustado a la obra de Tolkien.
Por mi parte, me quedo con Smaug; no es exactamente como lo había imaginado, ni siquiera tan temible como parecía por los comentarios de los enanos, pero debo confesar que está realmente logrado, aparte de estar protagonizado (mediante técnicas de captura de movimiento) por Benedict Cumberbatch (actor británico a quien seguramente conoceréis por Sherlock, y que curiosamente comparte reparto junto a Holmes, protagonizado por Martin FreemanBilbo Bolson en el Hobbit).
Larga y Prospera Vida
Imágenes: IGN España

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