La edición número 23 del Salón del Manga de Barcelona cerró el pasado domingo, 5 de noviembre, su edición más multitudinaria, más grande y (esta vez no me quejaré del tema) mejor montada de los últimos años.
Este año, la cita con el manga y la cultura japonesa ha conseguido reunir, según fuentes de la organización, a 148.000 personas, un nuevo récord respecto a la edición del 2016 y que constata el buen momento del sector, en gran parte gracias a los aficionados al tema (algunos de los cuales crecimos con Mazinger Z y ya estamos peinando canas).

¿Qué ha mejorado con respecto al año anterior?

Varias cosas, algunas criticadas desde el principio pero claramente efectivas hasta pequeños detalles dedicados a mejorar la experiencia del visitante.
Este año ha crecido el espacio dedicado, un total de 75.000 m2 que han permitido distribuir la zona comercial en dos pabellones, evitando lo normal de otros años: la aglomeración de gente.
Quizás una de las medidas más discutidas ha sido el cambio en la política de las entradas, eliminando la posibilidad de salir y entrar en el recinto las veces que se quisiera. Es cierto que se avisó del tema con muy poco tiempo y, seguramente, de forma poco acertada, pero lo cierto es que esta medida contribuyó a mejorar las colas y a conseguir que el público asistente tuviera una experiencia más agradable y no la sensación de estar haciendo cola todo el día.
A todo ello hay que añadirle el adelanto de la apertura del Salón: las 9.00h en lugar de las habituales 10.00h, permitiendo a los más madrugadores la oportunidad de adelantar su entrada y, por consiguiente, disminuyendo la cola en las horas siguientes.

¿Seguro que ha batido récords?

Sin duda alguna. Y no tan solo por la cifra de visitantes, si no también por el número de expositores (un 9% más que el año anterior) y la calidad de sus exposiciones o invitados.
La robótica, el tema principal de este año, ha contado con una serie de exposiciones que iban desde robots reales (Nuka, la foca robot diseñada por el doctor Takanori Shibata, ha sido una de las invitadas al Salón) hasta la importancia de estas "máquinas" en el manga y el anime (evidentemente no podía faltar la estrella, Mazinger Z, y toda una mañana del sábado con proyecciones dedicadas a este famoso androide).
Pero si las exposiciones eran buenas, el currículum y el número de invitados a esta edición no se quedaba corto: Robico (El monstruo de al lado), Masasumi Kakizaki (Rainbow, los siete de la celda 6 bloque 2), Yoshiaki Sukeno (Twin Star Exorcists) o Hiroyuki Sakurada y Masatoshi Chioka (Dragon Ball Super) son solo algunos de los ejemplos que pudimos encontrar en los días del evento.
No quisiera acabar este apartado sin recordar el homenaje realizado por el Salón a Luis de Val, fundador de Manga Films y uno de los principales responsables del éxito del manga y anime en nuestro país. Gracias a él, toda una generación de seguidores hemos podido ver míticos títulos como Akira o Battle Royale (si olvidar la incombustible Dragon Ball).

Para el año que viene...

Volveremos al evento habitual de cuatro días, del 1 al 4 de noviembre del 2018 (jueves a domingo), veremos como afecta un día menos a la asistencia de público y a las colas. Pero mientras tanto, FICOMIC, aparte de trabajar en el próximo Salón Internacional del Cómic, ya prepara nuevas estrategias para que la experiencia del público y los números sean nuevamente superiores a los de esta edición.

Larga y Prospera Vida
Imágenes: FICOMIC

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