El otro día pedí un par de novelas visuales (un tipo de videojuegos; tened en mente el Profesor Layton o la saga Ace Attorney y no iréis mal encaminados) y ya llegaron. La verdad es que me hicieron plantearme algo a lo que nunca le había prestado atención, y que creo que se ha ido perdiendo con el tiempo: la presentación del producto.

Hace mucho tiempo, cuando los videojuegos daban sus primeros pasos, las cajas no eran más que una forma de venderte aquel montón de píxeles, así que fiarse de ellas era más bien un error. Mirad la caja de E.T. the extraterrestrial, la oveja negra del gaming; una imagen del extraterrestre sacada directamente del filme y poco más. Por aquellos tiempos, sin embargo, la cosa funcionaba de forma diferente, y los juegos no podían tener tanta profundidad como hoy en día (ni de lejos). Si al comprar E.T. hubierais visto esos pedazo de gráficos, probablemente os lo hubierais pensado dos veces.

Luego llegó la era en la que nací, los 90, y los videojuegos se volvieron algo bastante más común. Y se seguía haciendo lo mismo en muchos casos; especialmente en lo que a las portátiles o los juegos de PC se refiere, que prometían en la caja más cosas que el gobierno. Pero también diré que en muchos casos era diferente. Pongamos como ejemplo un juego que recuerdo con mucho cariño: el Smash Bros original.


La caja era enorme y colorida. Tenía un bonito dibujo que, a pesar de no mostrar los gráficos ingame, la hacía atractiva y daba una idea general de lo que se vería en el juego. Dentro de la caja venía el juego y el manual. Nada especial, pero el simple hecho de tener esa monstruosidad de embalaje te hacía sentirte importante; era un juego caro, y aunque parezca absurdo, esa nimiedad hacía que pagar las muchas pesetas que costaba el producto no supiera tan mal.

Hoy en día, sin embargo, la cosa ha cambiado. Pongamos como ejemplo la edición Black Armour del Dark Souls, que es el juego más reciente que he adquirido sin contar mis queridas novelas.


El embalaje tenía un diseño especial; hasta ahí bien. Ahora veamos el interior:


El juego, OST, y manual de instrucciones. Quizás no debería haber cogido este juego como ejemplo, porque hoy en día ver manuales es raro. Lo cierto es que Dark Souls es un juego japonés, y es posible que eso tenga algo que ver, porque Jojo's Bizarre Adventure: All Star Battle también traía manual.


DLC gratis con armas de baja calidad que nunca usé, pero bueno, nada mal. No es un pay-to-win, y hay veces que estas ediciones medio-especiales traen caja metálica y da gracias. Y ahí lo tenemos. Una edición que costó más que el original. Ahora echemos un vistazo a una de las novelas que compré, Little Busters! EX.

Es más grande de lo que aparenta
La caja es ENORME. Me sorprendió mucho, porque por unos segundos volví a la época dorada de Nintendo 64 con aquellos pedazos de cartón pintado que parecían gigantes, y lo agradecí. Pero al abrirla me encontré con...

El jueguecito ha llegado hasta España con la tontería.
Una tarjeta de cada heroína para el juego de cartas coleccionables Weiss Schwarz.


Dos CDs extras con arreglos de la OST y un programa de radio promocional que hicieron.

Y, obviamente, el manual y el juego en sí, en 2 DVDs.

No hay que cavilar mucho para darse cuenta de que la presentación de Little Busters! (una edición normal) es comparable a las ediciones medio-especiales (la edición Black Armour de Dark Souls, sin ir más lejos). Digo esto, porque al comprar un juego normal hoy en día se está en realidad comprando una parte; estas ediciones raras al menos proporcionan DLCs, pero las versiones estándar no te dan ni las gracias. Llegará un punto en el que esa típica pantalla de “congratulations” al terminar la campaña será de pago. Y lo peor de todo es que nos reducen el producto, pero los precios suben, y nosotros no nos damos cuenta, o lo que es peor; no podemos hacer nada. Hoy he probado Titanfall y es una pasada, pero cuesta 60€ sin contar DLCs ni nada, y si quiero comprarlo de forma limpia tengo que pagarlos sí o sí.

¿La solución? Bueno, aunque los precios han subido también han aparecido las rebajas y las ventas “poco legales” que se aprovechan del cambio de divisas para proporcionar códigos de activación baratos. Lo mejor de esto es que hoy en día, comprar una versión física es tan poco satisfactorio que a nadie le importará no tener la caja y derivados. ¡Genial!

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