De vez en cuando me da por pillar y jugar a algún clásico de los videojuegos; existen muchas gemas que han sido pasadas por alto, y me gusta buscarlas entre los cientos de fracasos y títulos infumables. Sin embargo, a veces me encuentro con algo que no sé si definir como una obra de arte o una maldita basura. Hace poco me terminé Harvester, y esa es la sensación que me ha dejado.
La portada del juego ya vendía la violencia de éste
Pero empecemos por el principio; Harvester es un juego que salió a la venta para MS-DOS allá por 1996 (en teoría estaba preparado para 1994, aunque hubo retrasos que hicieron de la obra un fracaso en ventas).  ¿Recordáis aquella época? La televisión era mansa cual oveja de corral. Lo mismo ocurría con los videojuegos, que habían empezado a dar el gran salto que los llevaría hasta el fenómeno de masas que son ahora. Y en aquel ambiente tan bucólico, un tipo llamado Gilbert P. Austin decidió salir y concebir un juego macabro y oscuro, sin censura, con sangre e higadillos por todas partes; un juego que podría haber sido inspirado por el mismísimo diablo…O al menos esa es la impresión que debió dar en aquella época.

Lo cierto es que el ambiente televisivo y derivados no eran mansos en absoluto, y aunque se veían algunos sujetos como tabú, otros eran bastante aceptados, como la violencia contra los indios. Gilbert decidió hacer un juego que criticara este aspecto, y el resultado es Harvester. Ahora bien, esto significa que la aventura puede verse de dos modos distintos: como análisis y crítica de la sociedad americana de los noventa, o como juego en sí. Y el resultado no es favorable en ambos casos.
Al final se pierde la garra del principio para enfocarse más hacia el survival horror
Como crítica cumple, y de sobras. Harvester empieza con un protagonista amnésico (la originalidad...)  que parece vivir en un pequeño pueblo durante los años 50, aunque él mismo recuerda aparatos de épocas posteriores. El pueblo se llama, apropiadamente, Harvest, y durante la historia el personaje principal (Steve) deberá ir desenmascarando los secretos del lugar. Cada residente del pueblo es una sátira de algún sector de la población americana, y lo mismo con las localizaciones: tenemos la iglesia y el enterrador loco; la carnicería (misteriosamente llena de gatos) y el carnicero tacaño que recorta en gastos; el restaurante de carretera con su camarera de mediana edad que además es madre soltera… Todo un repertorio de personajes y lugares pintorescos, vaya. Cada uno de estos individuos tiene el propósito de criticar algún aspecto de la sociedad y lo hace mediante la vieja técnica de la sátira, exaltando los rasgos negativos de cada uno de estos...elementos. Lo mismo ocurre con los lugares.

El resultado es algo muy interesante, ya que permite ver la interacción entre los diversos estereotipos de la sociedad y, al mismo tiempo, la doble moral que se vivía cuando salió el juego a la venta. Todo irónicamente empacado dentro de un producto que es la culminación de lo sangriento y lo gratuito. En cierto modo Harvester es una broma muy cínica, y eso hace que sea genial y me encante. 
Sólo dos palabras: Bomberos gays
Dicho esto, la historia de Harvester apesta cosa mala. Es simplemente patética y aleatoria; una excusa para enseñarnos todo eso que he mencionado antes. Al final se intenta criticar a las religiones (¿O a la iglesia, quizás?) y dar un sentimiento de homogeneidad a todo, juntando todos los personajes en una trama central que implica una secta, y que no tiene en absoluto el carisma de la resta del juego. 

Pero la historia es el MENOR de los problemas que tiene Harvester como juego. ¡Oh, la aventura! La parte final de la obra es un survival horror (para horror el que sufrí yo al intentar jugarlo), pero los controles del juego responden como Garfield. Mover el cursor verticalmente es más difícil que subir una cuesta con un carrito de la compra cargado, y en ocasiones es necesario reaccionar deprisa para no morir asesinado por una multitud de pintorescos enemigos. Querrán matarnos hasta las estatuas, y con el sistema de combate e inventario tan penoso que tiene el juego, no lo tendrán muy difícil.
El juego se esfuerza por darnos asco en más de una ocasión
Además del sistema ortopédico (que ahora es doblemente frustrante porque Harvester ha envejecido bastante mal), la obra de Gilbert se ve opacada por unas conversaciones y eventos aleatorios a los que sigo sin ver sentido, y una falta de continuidad considerable. A veces da la impresión de que no hay progreso, y algunas de las decisiones que deben tomarse son ridículas. Aunque tomar decisiones erróneas es gracioso, y encontré bastante entretenido que una de las muertes implique el lanzamiento de varias cabezas nucleares.

Aun con esto, el mayor problema de Harvester son los bugs. Tiene bastantes, y van desde pantallas negras hasta un evento indispensable que no te da un ítem necesario para progresar. Por esto no sólo es recomendable guardar a cada minuto, sino que además se debe pasar el juego con la ayuda de una guía para evitar respuestas que provoquen dichos bugs. 

Los gráficos del juego están hechos mediante FMV (como Mortal Kombat, con actores de verdad virtualizados), cosa que ha envejecido MUY mal, especialmente porque Steve parece un chiste malo. Los sonidos y música son altamente olvidables, y pasarán desapercibidos en la mayoría de los casos. Hay a veces vídeos para enseñar detalles y acompañar las conversaciones; aunque no están mal del todo, rompen un poco el ritmo del juego y no me agradaron demasiado. Todo esto se resume en “técnicamente, Harvester es una birria”. Si hay algo que las FMV consiguen, todo sea dicho, es lograr que los personajes parezcan todavía más exagerados, llegando a dar hasta algo de grima.
Las FMV ayudan a dar un aspecto más esperpéntico a los personajes
Pero todos estos errores no eclipsan la idea central de Harvester, que existe como crítica a muchos aspectos negativos que todavía pueden aplicarse hoy en día. Eso sí, todo aquél que quiera adentrarse en lo más recóndito del pueblo de Harvest ya puede irse preparando, porque si el juego ya era ortopédico a morir, el paso de los años lo ha convertido en algo duro, monótono, y con un final muy estúpido. Si buscáis una historia decente y satisfactoria, no recomendaría jugar a Harvester, aunque lo cierto es que el juego ha ganado muchos seguidores, convirtiéndose en toda una obra de culto. Y sinceramente, sólo por esta aura oscura y misteriosa que rodea al peculiar juego, ya vale la pena jugarlo.

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